
Sí, fui una de las tantas argentinas que hizo su ciudadanía italiana en Italia. No sabía que podía hacerla hasta una charla con una amiga que me dice: Podes ir a hacerla a Italia y tardas tres meses, aquí demora 2 años-. Bueno, no tardé 3 meses pero fue menos que si la hubiera sacado en Argentina. Y fue de las mejores experiencias que viví.
No sabía bien para qué, pero comencé a armar la carpeta luego de renunciar a mi trabajo en de más de 10 años y de que la pandemia me pasara por arriba. Tardé más de un año en juntar todos los papeles, lo hice sola, y otro año en juntar la plata. Y luego de investigar bastante decidí que el lugar elegido era Trapani. Aquí te hablo un poco de ese lugar pero no fue donde me dieron la ciudadanía italiana. Ese lugar me dijo no. Así que regresé a Argentina y luego de 3 meses regresó a Italia, a Falerna, en mi opinión el lugar que me eligió para darme mi ciudadanía.

Falerna está en la región de Calabria, al sur de Italia, y seguro nunca sentiste hablar de ella. Yo tampoco hasta ese momento. Es muy común si quieres hacer la ciudadanía en Italia que termina en un pueblo de 3.000 habitantes en medio de la montaña y de poco acceso. Este era uno de esos pueblos. Pero claro, estos pueblos tienen su encanto también y se convierten en nuestro hogar por unos meses. Así que como dije yo cuando me fui, nuestra relación fue un amor-odio contante pero que siempre quedará en mi corazón.
Aquí quiero contarte un poco de él, no como una guía turística porque no es un pueblo en donde uno vaya a hacer turismo, aunque sí puedes ir a pasar un verano porque la playa es fabulosa, sino usando el método de Aniko Villalba y su Mapa Subjetivo de una ciudad. Que sería hablar de una ciudad desde los lugares que uno recuerda habitualmente como residente y que son importantes en lo personal, no del modo turístico. Así que vamos a recorrer un poco Falerna desde mis zapatos como residente del lugar por unos meses.



1 ) La Giungla
Primer lugar donde habité. Una residencia ideal para pasar las vacaciones de verano en familia, lástima que llegué en invierno y sola. El departamento era moderno, grande, luminoso, solo le faltaba un horno para que sea perfecto. Luego del medio día entraba un sol por la ventana del comedor que todavía recuerda su calor. El balcón, hacia un costado, tenía vista al mar y parte de la ciudad, enfrente veía los demás departamentos. También tenía vista a la piscina, enorme la piscina. Con una limpia y agua cristalina cuando llegué que daban ganas de meterse, pero estaba cerrada. Con el tiempo el agua fue tomando color verde, marrón y hasta creo que habitaba una criatura ahí dentro. ¿Lo mejor? El silencio que había, nunca escuché tanto silencio en mi vida, de a ratos me parecía que estaba sola en medio de la nada, pero no, había un barrio alrededor, muchos edificios de departamentos y varios argentinos como yo.
2 ) La subida a la Giungla
Camino en medio de la montaña, con algunas casas alrededor y mucho césped. Muy lindo el primer día, el segundo, pero al cuarto ya necesitas un ascensor. Ya empiezan reflexiones como: ¿por qué no vivo abajo? ¡No bajo más en toda la semana! ¿Por qué no hago más actividad física? Si lo hago todos los días tal vez baje unos kilos…LPM Subida de mier….
Sí, era cansadora. Muy cansada. Sobre todo cuando había sol y hacía algo de calor. Lo que eran dos cuadras se transformaban en 10. Obviamente las hacía en etapas. Obviamente llegaba transpirada a mi casa. Y obviamente era la más lenta en subirla si subíamos en grupo. Pero me voy a excusar que era la más grande y la más petisa, en comparación con otros que medían casi 1,70 y tenían 20 años. No voy a olvidar ese cansancio, esas puteadas y los gritos mentales de Que mal la estoy pasando!! Pero luego recordaba que estaba en Italia y se me pasaba.

3) Bar Buena Vista
El bar del pueblo. Tanto de jóvenes como de viejos como de mediana edad. Era el bar al que ibas a desayunar oa tomar unos tragos el sábado por la noche. Era el bar en el que Alessa hacía todo: te tomaba el pedido, te traía la bebida, cocinaba, te traía la comida y te cobraba. Felice, el dueño, lo ayudaba de a ratos. Si vas alguna vez, te recomiendo la hamburguesa Polifemo con panceta, huevo y tomate. ¡Una bomba! Tanto que no pude terminarla las veces que la pedí. Eso sí, recordá que las papas son aparte y siempre te las traen primero, no saben que se viene todo junto…


4) Segundo Hogar
Mi segundo departamento, mi segundo barrio. Aquí no había subido ni vista al mar, pero estaba cerca de todo. El edificio era moderno pero el departamento no tanto. Aunque era amplio y con un balcón enorme. El baño un tanto raro en cuanto a su composición pero estaba perfecto para mí. Salir y estar a unas cuadras del súper o de la playa y no tener que pensar en la subida cambió mi vida y mi visión de Falerna. El ejercicio nunca fue lo mío.

5 ) Pizzería El Pirata
La única pizzería abierta en invierno, o por lo menos la más accesible. Pizzas grandes, típicas italianas, al horno de barro y bien finitas. Los platos un poco caros pero las pizzas eran accesibles. El dueño un tanto cabrón, bien italiano y el chef un amor de persona. Ahí trabajan compatriotas argentinos así que era un alivio poder pedir un plato. También trabajé un día y la pasé bien.
6) Bruni
Bruni era como el shopping de Falerna, o por lo menos lo era para nosotros. Porque en realidad no era más que una ferretería grande, con varios pasillos de cosas de ferretería y otras que no, como artículos de limpieza, electrodomésticos, bazar, etc. Pero cuando estabas aburrido y no era un día para ir a la playa, ir a Bruni te entretenía un rato, siempre encontrabas algo que comprar y económico.

7) Supermercado Mercurio
Es EL supermercado de Falerna. Básicamente porque es el único, o el más completo. Hay otros pero no tienen fiambres o cosas de heladera. Este es el que va por todo el mundo y en el que también era divertido ir a veces. Sus dueños y empleados eran muy amables, siempre predispuestos y con una sonrisa. Era un placer ir a comprar ahí.
8) Bar Victoria
El bar del domingo para ir a tomar un helado, o un café en invierno. Era el bar más famoso de la ciudad, venían de distintas partes de Calabria para tomar un helado aquí. Su dueño, ya alcalde, atendía a veces. Todo el pueblo lo visitaba los domingos por la tarde, era como el lugar de encuentro. Sus helados eran realmente los más ricos de Falerna, su local era muy moderno, cómodo y con vista al mar. Sus empleados también son muy amables. Tengo recuerdos muy lindos de tardes de amigos, charlas, cosas ricas y muchas risas.
9) El Lungo Mare
La costanera o “lungo mare” era el paseo más lindo del pueblo. En invierno sus bares y restaurantes estaban cerrados, pero el espacio era ideal para hacer caminatas matutinas mirando al mar y escuchando el sonido del mismo. Podías llegar a otro pueblo si querías aunque en un momento se cortaba y tenías que caminar al lado de la ruta. En verano la cosa cambió y el paseo se llenó de gente, bares, mesas, juegos. Parecía que de repente se había despertado y la gente había salido de sus cuevas. Pasé muchas noches de verano por aquí, paseando, comiendo, bebiendo Coca-Cola (pues no tomo Birra), charlando con amigos.

10) La playa
Dejé lo mejor para el final. Las playas de Falerna son amplias aunque un poco sucias, por lo menos fuera de temporada. Pero el mar, su color, su calma y el atardecer eran perfectos. Los mejores atardeceres los ví acá. Tardes eternas de mates y galletitas, charlas, juegos, música y alguna vez con una mojada de pies. Almuerzos también hubo, obviamente con mate. El mate nos distinguía del resto de la gente, aunque no era lo único. Éramos los únicos de jogging y zapatillas en la playa, los demás eran de pantalón, pollera, zapatos, bucaneras, mucho maquillaje y mucha campera. Realmente si llegabas sabías perfectamente quién era argentino y quién italiano. No sabemos todavía por qué se visten así para ir a la playa pero no los vamos a juzgar ni a discriminar. Solo nos sentimos un poco desubicados a veces, ya veces sentimos que los desubicados eran ellos. Pero todos convivamos en perfecta armonía.

Hoy en día creo que no toman ciudadanías, tendrías que averiguar bien si estás pensando en viajar a Italia a hacerla. No fue fácil el trámite, la mujer que atendía no era de lo más simpática, como la mayoría de las que atienden en las comunas, pero pude hacerla. Yo contraté un gestor y eso me facilitó muchas las cosas, gracias a él no tuve que discutir con la señora, cosa que es bastante común para todos los que elegimos ir a Italia a hacer este trámite. Pero sin dudas fue una experiencia inolvidable, de esas que te cambian la vida, de esas de las que salís distinto. Y sin dudas volvería a elegir Falerna, o aceptar que ella me elija. Más allá de que es un pueblo, su gente es muy amable, muy servicial y muy atenta. Nos trataron super bien y nos hicieron sentir en casa. Y sin dudas es una de las mejores playas en las que estuve, así que si estás en el verano por esta zona, pasará unos días por Falerna y disfrutá de sus bares, su playa, su gente y su paz. Te lo dice un fan de Falerna.

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