A Toledo se llega en el tren AVE, el de alta velocidad de España, que tarda solo media hora en hacer los 70 km que la separan de Madrid. Y, aunque puedas llegar de otras formas, te recomiendo que lo hagas en tren ya que llegues a su estación es de los primeros atractivos que debes visitar en la ciudad. Su estilo neomudéjar no para de asombrarte y de querer empezar a sacar fotos. Es que está tan bien mantenida, construida, decorada, que realmente es un atractivo en sí mismo. Se construyó en el 1919 pero fue restaurada en el 2005 y es Monumento de Interés Cultural.Sus arcos, la torre del Reloj y toda su muestra de artesanía y orfebrería toledana, entre los que destacan sus mosaicos de azulejos o las lámparas forjadas, hacen que no dejes de mirar para todos los lados y de asombrarte, así que aquí ya comienza el modo turista.

Toledo es una ciudad chica, el centro histórico lo puedes recorrer en el día. De hecho, hay tours desde Madrid que van y vienen en el día y registran lo más importante. Lo puedes ver aquí. Pero yo había decidido quedarme dos noches ya que ansiaba conocer esta ciudad desde hacía tiempo. Y no me equivoqué. Es decir, si tienes poco tiempo en tu viaje ve por lo menos en el día, que no te vas a arrepentir y vas a poder ver lo más importante. Pero si puedes, quédate al menos una noche, así puedes apreciar las vistas nocturnas que tiene el pueblo, que es de sus cosas más famosas.

Para alojarte te recomiendo la zona del centro histórico, así estás al alcance de todo, incluso para ir a cenar. Yo reservé un hotel a dos cuadras de la Catedral, un 3* muy bonito, con habitación chica pero cómoda y, como dije antes, al alcance de todo.

Antes de contarte mis días en Toledo, te cuento que esta ciudad fue tomada por los romanos en el año 193 AC Luego, en el 711, fue conquistada por los musulmanes hasta el año 1085 que fue tomada por Alfonso VI, Rey de León. Se apoda la Ciudad de las Tres Culturas ya que fue poblada durante años por cristianos, judíos y musulmanes. Su casco antiguo es apasionante ya que se conserva el trazado tal cual tenia en la Edad Media. Su recorrido por la ciudad combina sus hermosas calles estrechas, los monumentos que abandonan todas esas culturas, el arte con el Museo de El Greco y el paisaje del Río Tajo y su valle, que terminan de dar encanto a esta ciudad de ensueño.

El día que llegué estaba hermoso, sol a pleno, pero se notaba que la temperatura era menor que en Madrid (cabe aclarar que era invierno). Así que ni bien dejé las cosas en el hotel salí a recorrerla. El punto neurálgico de la ciudad es la Plaza Zocodover, que está rodeado de bares, restaurantes y puestos que ofrecen tours. Por lo tanto el primer destino era ese. Caminé por el centro que es muy pintoresco y hermoso, sus callesjuelas y sus casas antiguas hacen que caminar por ahí sea un placer. Llegué a la Plaza de Zocodover y de ahí me dirigí al Alcázar pero continué hacia el mirador que hay detrás de éste. La vista desde ahí era fascinante y el ambiente también. El solcito en la cara hacia que te relajes y te sientas de vacaciones.Desde ahí se ve todo el valle, las rutas, el Río Tajo y hay un bar en donde merendé un rico café con una porción de torta. Pero quería conocer más así que volví para el centro y decidí ir a visitar el Museo del Greco.

Por la tarde noche me fui al mirador a ver la ciudad de noche. Espectáculo que no debes perderte.
Al otro día tenía programado el free tour por la ciudad, para conocer un poco más. Estos tours son ideales si tienes poco presupuesto y quieres conocer lo básico de una ciudad. Son a pie, no duran más de 2 horas y la condición es que al finalizar le des propina al guía, lo que única vos creas que se merece. Acá podés ver el Free Tour por Toledo.
A las 9 am estaba en la Plaza Zocodover que era el punto de encuentro. Caminamos por muchas de sus calles y la guía nos contó muchos secretos e historias acerca de esta ciudad. Realmente lo recomiendo si visitas esta ciudad ya que entenderás más acerca de su historia.
Por la tarde me dediqué a recorrer la ciudad y entrar a algunos de sus monumentos. Fui al barrio judío y compré masas de mazapán (especialidad del lugar), obvio que lo acompañé con un chocolate caliente. Visité su Catedral por dentro, algo difícil de describir debido a su magnitud y belleza, y por tan exquisita arquitectura. También pasado por la Sinagoga Santa María la Blanca, jamás había entrado a una; por el Monasterio San Juan de los Reyes, otra obra hermosa de arquitectura; por la Mezquita Cristo de la Luz (también era mi primera vez en una) y terminé en un mirador en el que se puede ver toda la ciudad.
Mi estadía en Toledo terminó con un plato de Carcamusa, comida típica de la ciudad y que vino bárbaro para combatir el frío que hacía. Es como un guiso con carne de cerdo y verduras. Estaba exquisito. Sin dudas es una ciudad para volver mil veces y volver a caminarla, siempre sorprenderá su historia.

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